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27 mar 2010

Educar es poner motor a una barca ( poesía Celaya)

Se trata de la metáfora elegida por el poeta Gabriel Celaya, para describir en qué consiste educar.

“Medir, pensar, equilibrar, y poner todo en marcha”, todo esto implicaba la metáfora elegida por Gabriel Celaya –seudónimo más reconocido de Rafael Mugica- para describir la complejidad, pero sobre todo la importancia, de la faena educativa.

Gabriel Celaya fue una de las figuras más destacadas de la poesía española de posguerra. Nacido en España en 1911, fue presionado por su padre a radicarse en Madrid para que cursara estudios universitarios de ingeniería. Una vez allí, en la célebre Residencia de Estudiantes, entabló relación con algunos de los máximos exponentes de la generación del ’27, como Federico García Lorca, José Moreno Villa, Rafael Alberti, entre otros.

Sus primeros trabajos fueron de neto corte existencialista. Luego, su poesía expresó un marcado compromiso social; de este período se destacan obras como Lo demás es silencio (1952) y Cantos Íberos (1955). Una idea de la poesía, y del arte en general, que Celaya graficaba así: "Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo".

En 1971 publicó Campos semánticos, una obra donde quedó plasmado su regreso a la experimentación poética, y que constituyó uno de los desenlaces de la crisis que atravesó a la poesía comprometida. Sus Obras Completas, editadas entre 1977 y 1980, abarcaron cinco volúmenes. Durante 1986 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas por el Ministerio de Cultura, y publicó El mundo abierto.

Falleció en Madrid en 1991, sus cenizas fueron esparcidas en su Hernani natal.

Educar

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestro propio barco,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.

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