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14 abr 2010

Reflexiones sobre los libros de texto

Pensemos por un momento: 

¿Qué sentido tiene que cada estudiante tenga un texto, con la misma información que el libro de sus compañeros? 

¿No sería más enriquecedor disponer de diversos libros, manuales, vídeos, películas, etc. tanto en formato físico como virtual?



He preguntado a diferentes personas sobre esto. Selecciono, sintetizo y comento algunas respuestas.
 
Una niña de Infantil me dice: 
“Hago las fichas porque lo manda la maestra. Son muy aburridas, pero es lo que hay que hacer en la escuela”. 
Inquieta la manera tan abnegada de aceptar la sinrazón. Las fichas y los libros de texto pueden ser instrumentos poderosos para el aprendizaje de la sumisión y el ejercicio del control. 

Un estudiante de Secundaria me comenta:
“La mayoría de libros son difíciles. Tienen muchas palabra técnicas que no entiendo”. ¡Qué paradoja!: el deseo de enseñar tanto puede provocar que se aprenda poco. Los libros de texto son el reflejo de una visión absoluta y no problematizada del conocimiento.

Una maestra de Primaria me explica: “Me gustaría suprimir el libro y trabajar con materiales diversos, pero la editorial está financiando el aire acondicionado del colegio…” (y regalan la programación en un cd, añado yo).
Me impresiona la enorme influencia de las grandes editoriales. Los libros de texto son su negocio. ¿Cómo es posible que la Administración se desentienda de estas prácticas ilegales?

Un profesor de Secundaria, por último, me argumenta: “Eliminar el libro es una utopía.
Con los programas y horarios que hay es imposible desarrollar por nosotros mismos los contenidos y las actividades y trabajar con recursos diversos”. Tomo conciencia, una vez más, de las dificultades para cambiar la cultura escolar tradicional, tan asentada, tan hegemónica.

Recuerdo algunas medidas de transición hacia la diversidad de fuentes de información:
Decidir con autonomía profesional (eligiendo los libros menos tradicionales), usar
el libro de manera selectiva y crítica, utilizarlo en paralelo con otros recursos, experimentar y difundir materiales alternativos, y cuestionar públicamente la validez del libro de texto.
Rafael Porlán.- Coordinador de la campaña “No es verdad”
Visto en Cuadernos de Pedagogía

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