El mapa universitario andaluz no estaba diseñado ni preparado para que, de repente, los alumnos procedentes de la FP superior hayan acaparado casi un tercio (26%) de las plazas en las titulaciones más demandadas (prácticamente todas del ámbito sanitario): Enfermería, Fisioterapia, Podología, Psicología, Odontología, Ciencias de la Actividad Física, algunas Ingenierías, Nutrición y Alimentación...
En algunas de estas carreras, los de FP han desplazado a los aspirantes que venían de Bachillerato. Pero hasta llegar a este punto sus trayectorias no eran tan distintas: Dos jóvenes con 17 años terminan el Bachillerato, uno tiene nota para estudiar la carrera que quiere, pero el otro no, así que se mete en un ciclo superior de FP que dura dos años y se especializa para un trabajo. El ciclo es eminentemente práctico, así que a los dos años termina con unas notas excelentes y con su media ya puede acceder a la Universidad, y esta vez sin necesidad de hacer la Selectividad. Entonces tiene 19 ó 20 años y compite con otro chico de 17 que acaba de terminar el Bachillerato y se tiene que examinar de Selectividad. A los bachilleres la media que traen del instituto les baja después de hacer la prueba de acceso. Así ven cómo los técnicos de FP les pasan por delante. Hasta ahora nunca se lo plantearon como una lucha, porque para los de FP sólo había un cupo restringido de plazas en cada carrera. Pero la nueva Selectividad les hizo competir por primera vez en el mismo cupo y eso ha desdibujado el perfil del nuevo universitario.
La competencia entre los dos ha sido más feroz en titulaciones que exigían una nota media moderada, que rondaba el notable. Pero apenas se ha notado en las carreras más exigentes, como Biotecnología, que tiene la nota de corte más alta porque sólo se ofertaban 60 plazas para toda Andalucía, o Medicina, que no ha bajado del ránking de las más demandadas, y donde sólo han accedido cuatro de FP.
Pese a todo, este pulso virtual es más un artificio interesado que otra cosa. No hay una equivalencia real entre el modelo educativo de Bachillerato y el FP. El problema es que durante años al primero se le ha llamado curso preuniversitario -porque sirve exclusivamente para preparar al alumno tras la ESO para entrar en la Universidad-, mientras que el segundo se concibió como un sistema enfocado a la inserción laboral. El Gobierno modificó la ley para tender puentes entre ambos modelos y así empezaron a converger. Aunque en realidad fue la FP -relegada a un segundo plano- la que empezó a ganar privilegios en el terreno universitario. Si por privilegios se entiende tener la misma posibilidad que un bachiller para aspirar a una carrera. Para eso se diseñó la nueva Selectividad, para que todos compitieran con las mismas fuerzas desde sus respectivas ámbitos.
Sin embargo, esta visión renovada de la enseñanza se topó enseguida con el escepticismo de las universidades. Celosas de su cuota de poder y autonomía y del estatus privilegiado que ocupan en la sociedad, las universidades andaluzas fueron las primeras en alimentar la idea de que la FP invadiría las aulas magnas de sus facultades, y que se llenarían de alumnos sin el nivel de exigencia, esfuerzo y excelencia que se le presupone a un estudiante universitario. Para evitar que esto ocurriera, algunos rectores incluso llegaron a amagar con romper el distrito único andaluz, que lleva vigente más de dos décadas. Al final se contentaron con ponderar a la baja a los módulos de FP que podían poner en peligro la primacía de los bachilleres en determinadas carreras.
¿Por qué se llegó a plantear algo así? Porque el mapa universitario andaluz es desigual, porque no todas las provincias ofertan las mismas titulaciones y, sobre todo, porque la implantación de la FP no es la misma en todas las provincias. No hay un equilibrio ni un estudio previo que dé coherencia a la oferta de ciclos formativos de FP superior con la oferta de cada universidad. ¿Por qué habría de haberlo? Hasta ahora siempre habían discurrido por caminos paralelos y la oferta de FP se diseñaba en función de la demanda del tejido productivo de cada provincia: el sector marítimo pesquero en Cádiz y Huelva, el mármol en Almería, la tecnología en Málaga, la madera en Córdoba, la industria en Sevilla...
Esta Selectividad lo cambiará todo: el pulso lo han ganado los bachilleres en Psicología y las Ingenierías, y los de FP en Actividad Física, Enfermería y Podología. Y la diferencia no es igual en todas las provincias: las plazas de Enfermería para los de FP llegan al 58% en Málaga, al 43% en Almería y al 30% en Córdoba. "Habrá que analizar con Educación si es necesario buscar esa coherencia entre la oferta de FP y de las universidades", explicó ayer el Secretario General de Universidades, Francisco Triguero.
Via elcorreoweb
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