De León Tolstói es conocido sobre todo, por haber escrito, obras clave de la literatura universal, como Guerra y Paz y Anna Karénina, tambien son reconocidas sus ideas sobre la «no violencia activa», que tuvieron un profundo impacto en grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King, pero es bastante desconocida su labor como Pedagogo, en ella se adentra Jaume Carbonell, director de Cuadernos de Pedagogía, en este interesante articulo.
“Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo?”
Éstas fueron las últimas palabras pronunciadas, en el lecho de muerte, por
uno de los escritores más reconocidos, Lev N.Tolstoi, justo hace ahora cien años. En
este aniversario se ha rememorado la grandeza épica de su novela realista, su agitada
trayectoria humana y profesional, llena de contradicciones debido a su condición
aristocrática, e incluso se ha destacado la impronta que, como pensador anarcopacifista
y, más en concreto, como filósofo de la resistencia pasiva dejó en personajes
como Gandhi o Martin Luter King. Pero poco o nada se ha dicho acerca de sus ideas pedagógicas, plasmadas en su escuela y en la revista pedagógica de Yasnaia Poliana, su
lugar de residencia.
La inquietud y energía intelectual del escritor ruso lo llevaron a viajar por varios países,
donde se contagió del espíritu roussoniano de la bondad natural de la infancia
y del movimiento de la Escuela Nueva. Sus críticas sobre la escuela tradicional son
demoledoras: por la presión del educador sobre el educando y por su carácter represivo;
por la asfixia de una escuela encerrada en cuatro muros, sin contacto con el
exterior; o por tantas y tantas rutinas largamente incrustadas, como el examen: “Cualquier
intento de examen es una mentira, y un engaño y un entorpecimiento para el aprendizaje”.
En la escuela de Yasnaia Poliana, en la que se escolarizan un máximo de cuarenta
alumnos, que mantienen una relación muy intensa y cercana con sus cuatro profesores,
no son necesarios este tipo de controles. Allí se plantea el componente estético y
emotivo del conocimiento, así como su utilidad; se practica la enseñanza diversificada
y el horario es flexible: las clases de una materia puepueden durar entre una o tres
horas, pues se estiran o acortan en función de las necesidades de la infancia, de su
entusiasmo o cansancio, del ritmo natural de los acontecimientos.
Una escuela lenta y tranquila, donde fluyen los paseos socráticos por el entorno;
pero no por ello menos exigente, sobre todo en la lectura. Tolstoi indaga mil
maneras de hacer llegar la literatura rusa a los hijos de los campesinos, de cultivar el hábito
lector y de lograr la comprensión lectora mediante la lectura progresiva, con una
cuidadosa selección de textos cada vez más complejos.
Una exigencia que traslada a los maestros y maestras, quienes llevan unos diarios
en los que reflejan los progresos del alumnado y anotan sus actividades pedagógicas
para compartirlas entre todos.
Tolstoi decía que “debe escogerse entre una escuela en que resulta fácil al maestro
enseñar y una escuela en que sea fácil a los alumnos aprender”.
Él optó inequívocamente por la segunda opción, por el amor a los niños y por la necesidad que tiene el maestro de aprender de sus alumnos. “¿Quién enseña a quién?”, se preguntaba a menudo.
Este proyecto innovador, a pesar de que no llegó a consolidarse y a generar una red de centros que se extendiera por todo el país, tal como era su deseo originario, se convirtió
en una incesante labor de experimentación pedagógica sostenida en los noblesideales de redimir a los campesinos de la incultura y de alumbrar una nueva humanidad
basada en el respeto, el diálogo, la armonía y la paz.
Yasnaia Poliana fue la obra personal de la mente lúcida, apasionada e inconformista
de un reformador utópico, cuya concreción práctica encontró obstáculos y limitaciones.
Pero sus ideas, como la de todos los autores clásicos, no han perdido vigencia. Porque
Tolstoi fue, también, un clásico de la educación.
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