Mal de escuela aborda la cuestión de la escuela y la educación desde un punto de vista insólito, el de los malos alumnos. Daniel Pennac, prestigioso escritor francés y un pésimo estudiante en su época, estudia esta figura del folklore popular otorgándole la nobleza que se merece y restituyéndole la carga de angustia y dolor que inevitablemente lo acompaña.
Pennac mezcla así recuerdos autobiográficos y sus reflexiones acerca de la pedagogía y las disfunciones de la institución escolar, sobre el dolor de ser un mal estudiante y la sed de aprendizaje, sobre el sentimiento de exclusión y el amor a la enseñanza. Con humor y ternura, análisis críticos y fórmulas efectivas, ofrece una brillante y sabrosa lección de inteligencia. Mal de escuela es la historia de una metamorfosis. De cómo un mal alumno llega a ser profesor y más adelante un escritor reconocido.
Adjunto unos fragmentos del libro publicados en Cuadernos de Pedagogía, una especie de diccionario, con frases lapidarias que haran las delicias de estudiantes, docentes y todo aquel que alguna vez haya pasado por un aula.
Zoquete.
“Anuncio a Bernard que pienso escribir un libro sobre la escuela; no sobre la escuela que cambia en una sociedad que cambia, como ha cambiado este río, sino en pleno meollo de este incesante trastorno, precisamente sobre lo que no cambia, en una permanencia de la que nunca oigo hablar: el dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores, la interacción de esos pesares de escuela”.
- ¿Otro libro sobre la escuela, pues? ¿No te parece que ya hay bastantes?
- ¡No sobre la escuela! Todo el mundo se ocupa de la escuela, eterna querella entre antiguos y modernos: sus programas, su papel social, sus fines, la escuela de ayer, la de mañana….
No, ¡un libro sobre el zoquete! Sobre el dolor de no comprender y sus daños colaterales”.
“El término francés “cancre” –zoquete– tiene el mismo origen que “cranc” –cáncer–: y es que nunca te curas de tu antigua condición de zoquete, te deja una huella que no logras borrar jamás”.
“Desconfiad de los esnobs que autoproclamen que fueron unos zoquetes: quién se ha sentido zoquete, padece vergüenza, nunca orgullo”.
“Por favor, tras leer mi libro no lleguen a la conclusión de que todos los zoquetes acaban teniendo éxito y escribiendo un libro: es falso, el 99% de ellos serán abandonados en un enorme sentimiento de fracaso”.
Infancia y adolescencia.
"Nuestra sociedad instrumentaliza a la infancia de forma sistemática, el niño constituye una clientela considerable. Es algo profundo y estructural... tanto que si los profesores lográsemos convencerlos de cambiar el afán al móvil por la pasión por la filosofía, el sistema se derrumbaría".
"Se han dicho muchas cosas en torno a las causas de “la falta de respeto” de los alumnos; la mentalidad de mayo del 68 y tonterías así. Nuestro principal rival es el consumismo del niño".
"Es la cultura del consumo la que se opone a la cultura que nosotros queremos transmitirles. Nosotros nos dirigimos a sus necesidades esenciales (filosofar, por ejemplo), que no funcionan al ritmo de los deseos satisfechos con la inmediatez del consumo".
La asimilación del conocimiento requiere "lentitud”.
“Hoy muchos chavales parecen un escaparate al servicio de diversas marcas. Los que tienen libertad de espíritu respecto a esta clientelización de la enseñanza son los que saben resistir mejor los espejismos del consumo”.
“Los niños no saben desear porque han sido absorbidos por el consumo”.
“Cuando entramos en una clase de adolescentes, entramos en la vida: esto es lo llamativo”.
“Para afrontar la hipocondría, debemos dejar de tener miedo y reencontrar al niño en nuestros niños, al adolescente en nuestros adolescentes”.
“La gran necesidad de nuestra infancia es encontrarse frente a frente con los adultos, con adultos verdaderos que no jueguen a ser adolescentes”.
Escuela.
“No estoy seguro de que la escuela esté en crisis: lo dice todo el mundo, pero es que vivimos en una sociedad hipocondríaca.
"Bien, si lo está hay que buscar sus causas en el consumo: el principal problema es que nuestros niños y adolescentes son, antes que niños y adolescentes, clientes y potenciales consumidores".
"Se han dicho muchas cosas en torno a las causas de “la falta de respeto” de los alumnos; la mentalidad de mayo del 68 y tonterías así. Nuestro principal rival es el consumismo del niño".
"Es la cultura del consumo la que se opone a la cultura que nosotros queremos transmitirles. Nosotros nos dirigimos a sus necesidades esenciales (filosofar, por ejemplo), que no funcionan al ritmo de los deseos satisfechos con la inmediatez del consumo".
“Me pregunto a menudo si de verdad los estados quierenuna escuela fuerte que forme adultos inteligentes. Hacen ver que sí, pero creo que la escuela les importa una rábano”.
“Cuando se habla de violencia en la escuela no hay que olvidar que la escuela es per se, el lugar de todas las violencias. Es el lugar donde entrechocan el conocimiento y la ignorancia. Enseñar es violento, es violentar al otro. ¡Todo acto iniciático es violento!”
“El ruido de los patios de escuela es como el canto de los pájaros”.
Enseñanza.
“Enseñar es una mezcla de ternura y violencia”.
“Hacemos que los alumnos aprendan cosas que no les interesan, sobre todo porque las revestimos de una denominación académica, casi universitaria, cuando se las deberíamos plantear como cuestiones que ellos debieran poder pronunciar”.
“Un niño no sabe que la proposición subordinada forma parte de su realidad porque la utiliza con frecuencia. Nuestro formalismo escolar hace que los niños crean que lo que les enseñamos no tiene nada que ver con ellos. Nuestro trabajo consiste [el de los profesores] en tranquilizarlos en un punto: que lo que nosotros les enseñamos tiene que ver con su realidad”.
Lectura.
“En aquella época, leer no era la absurda proeza que es hoy. Considerada como una pérdida de tiempo, con fama de perjudicial para el trabajo escolar, la lectura de novelas nos estaba prohibida durante las horas de estudio. De ahí mi vocación de lector clandestino: novelas forradas como libros de clase, ocultas en cualquier parte que fuera posible, lecturas nocturnas con una linterna, dispensas de gimnasia, todo servía para quedarme a solas con un libro. Fue el internado lo que despertó en mí esta afición”.
“El saber es primero carnal. Son nuestros oídos y nuestros ojos los que lo captan, nuestra boca la que lo transmite. Nos llega por los libros, es cierto, pero los libros salen de nosotros mismos. Un pensamiento hace ruido, y el placer de leer es una herencia de la necesidad de decir”.
Profesorado.
“El miedo fue el gran tema de mi escolaridad. Y la urgencia del profesor en que me convertí fue curar el miedo de mis peores alumnos, para hacer saltar ese cerrojo, para que el saber tuviera esa posibilidad de saltar”.
“Una sola certeza, la presencia de mis alumnos depende estrechamente de la mía: de mi presencia en la clase entera y en cada individuo en particular, de mi presencia también en mi materia, de mi presencia física, intelectual y mental, durante los cincuenta y cinco minutos que durará la clase”.
“Los profesores destructivos han existido siempre, pero no estoy a favor de exaltar a los buenos y vilipendiar a los malos".
"En Francia hay un millón de profesores y 12 millones de alumnos".
"En ese número tan alto, los hay que tienen mejores dotes y más habilidad que otros, pero no hay que entrar en eso porque no olvidemos que es en la educación pública en donde se buscan más chivos expiatorios. Hay una pasión desenfrenada por encontrar responsables y un ansia de búsqueda de la solución. La solución depende de nosotros (los profesores) de forma individual porque no se puede pedir a la institución que sea genial".
La escuela la hacen los profesores.
“Basta un profesor -¡uno solo!- para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás”.
“Siempre he alentado a mis amigos a ser profesores”.
“En vez de recoger y publicar las perlas de los zoquetes, que alegran tantas salas de profesores, debería escribirse una antología de los buenos maestros”.
Presente y futuro.
“Yo vivo en Belleville, lo cual es perfe cto para una persona sedentaria como yo porque si quiero ir a Vietnam, basta con bajar a la esquina. La inmigración se ha convertido en el chivo expiatorio actual (algo muy recurrente en nuestra civilización judeocristiana)".
"Pero lo cierto es que somos una sociedad hipocondríaca; todo nos asusta. Empezamos el siglo XX con dos suicidios colectivos (las guerras del 14 y del 45) y ahora que llevamos 63 años, por primera vez en la historia, sin una guerra en Europa, la hipocondría, el miedo, es el precio a pagar por ese bienestar".
“Soy contrario al pesimismo apocalíptico. En términos estadísticos, la situación es mejor que hace cuarenta años".
Zoquete.
“Anuncio a Bernard que pienso escribir un libro sobre la escuela; no sobre la escuela que cambia en una sociedad que cambia, como ha cambiado este río, sino en pleno meollo de este incesante trastorno, precisamente sobre lo que no cambia, en una permanencia de la que nunca oigo hablar: el dolor compartido del zoquete, sus padres y sus profesores, la interacción de esos pesares de escuela”.
- ¿Otro libro sobre la escuela, pues? ¿No te parece que ya hay bastantes?
- ¡No sobre la escuela! Todo el mundo se ocupa de la escuela, eterna querella entre antiguos y modernos: sus programas, su papel social, sus fines, la escuela de ayer, la de mañana….
No, ¡un libro sobre el zoquete! Sobre el dolor de no comprender y sus daños colaterales”.
“El término francés “cancre” –zoquete– tiene el mismo origen que “cranc” –cáncer–: y es que nunca te curas de tu antigua condición de zoquete, te deja una huella que no logras borrar jamás”.
“Desconfiad de los esnobs que autoproclamen que fueron unos zoquetes: quién se ha sentido zoquete, padece vergüenza, nunca orgullo”.
“Por favor, tras leer mi libro no lleguen a la conclusión de que todos los zoquetes acaban teniendo éxito y escribiendo un libro: es falso, el 99% de ellos serán abandonados en un enorme sentimiento de fracaso”.
Infancia y adolescencia.
"Nuestra sociedad instrumentaliza a la infancia de forma sistemática, el niño constituye una clientela considerable. Es algo profundo y estructural... tanto que si los profesores lográsemos convencerlos de cambiar el afán al móvil por la pasión por la filosofía, el sistema se derrumbaría".
"Se han dicho muchas cosas en torno a las causas de “la falta de respeto” de los alumnos; la mentalidad de mayo del 68 y tonterías así. Nuestro principal rival es el consumismo del niño".
"Es la cultura del consumo la que se opone a la cultura que nosotros queremos transmitirles. Nosotros nos dirigimos a sus necesidades esenciales (filosofar, por ejemplo), que no funcionan al ritmo de los deseos satisfechos con la inmediatez del consumo".
La asimilación del conocimiento requiere "lentitud”.
“Hoy muchos chavales parecen un escaparate al servicio de diversas marcas. Los que tienen libertad de espíritu respecto a esta clientelización de la enseñanza son los que saben resistir mejor los espejismos del consumo”.
“Los niños no saben desear porque han sido absorbidos por el consumo”.
“Cuando entramos en una clase de adolescentes, entramos en la vida: esto es lo llamativo”.
“Para afrontar la hipocondría, debemos dejar de tener miedo y reencontrar al niño en nuestros niños, al adolescente en nuestros adolescentes”.
“La gran necesidad de nuestra infancia es encontrarse frente a frente con los adultos, con adultos verdaderos que no jueguen a ser adolescentes”.
Escuela.
“No estoy seguro de que la escuela esté en crisis: lo dice todo el mundo, pero es que vivimos en una sociedad hipocondríaca.
"Bien, si lo está hay que buscar sus causas en el consumo: el principal problema es que nuestros niños y adolescentes son, antes que niños y adolescentes, clientes y potenciales consumidores".
"Se han dicho muchas cosas en torno a las causas de “la falta de respeto” de los alumnos; la mentalidad de mayo del 68 y tonterías así. Nuestro principal rival es el consumismo del niño".
"Es la cultura del consumo la que se opone a la cultura que nosotros queremos transmitirles. Nosotros nos dirigimos a sus necesidades esenciales (filosofar, por ejemplo), que no funcionan al ritmo de los deseos satisfechos con la inmediatez del consumo".
“Me pregunto a menudo si de verdad los estados quierenuna escuela fuerte que forme adultos inteligentes. Hacen ver que sí, pero creo que la escuela les importa una rábano”.
“Cuando se habla de violencia en la escuela no hay que olvidar que la escuela es per se, el lugar de todas las violencias. Es el lugar donde entrechocan el conocimiento y la ignorancia. Enseñar es violento, es violentar al otro. ¡Todo acto iniciático es violento!”
“El ruido de los patios de escuela es como el canto de los pájaros”.
Enseñanza.
“Enseñar es una mezcla de ternura y violencia”.
“Hacemos que los alumnos aprendan cosas que no les interesan, sobre todo porque las revestimos de una denominación académica, casi universitaria, cuando se las deberíamos plantear como cuestiones que ellos debieran poder pronunciar”.
“Un niño no sabe que la proposición subordinada forma parte de su realidad porque la utiliza con frecuencia. Nuestro formalismo escolar hace que los niños crean que lo que les enseñamos no tiene nada que ver con ellos. Nuestro trabajo consiste [el de los profesores] en tranquilizarlos en un punto: que lo que nosotros les enseñamos tiene que ver con su realidad”.
Lectura.
“En aquella época, leer no era la absurda proeza que es hoy. Considerada como una pérdida de tiempo, con fama de perjudicial para el trabajo escolar, la lectura de novelas nos estaba prohibida durante las horas de estudio. De ahí mi vocación de lector clandestino: novelas forradas como libros de clase, ocultas en cualquier parte que fuera posible, lecturas nocturnas con una linterna, dispensas de gimnasia, todo servía para quedarme a solas con un libro. Fue el internado lo que despertó en mí esta afición”.
“El saber es primero carnal. Son nuestros oídos y nuestros ojos los que lo captan, nuestra boca la que lo transmite. Nos llega por los libros, es cierto, pero los libros salen de nosotros mismos. Un pensamiento hace ruido, y el placer de leer es una herencia de la necesidad de decir”.
Profesorado.
“El miedo fue el gran tema de mi escolaridad. Y la urgencia del profesor en que me convertí fue curar el miedo de mis peores alumnos, para hacer saltar ese cerrojo, para que el saber tuviera esa posibilidad de saltar”.
“Una sola certeza, la presencia de mis alumnos depende estrechamente de la mía: de mi presencia en la clase entera y en cada individuo en particular, de mi presencia también en mi materia, de mi presencia física, intelectual y mental, durante los cincuenta y cinco minutos que durará la clase”.
“Los profesores destructivos han existido siempre, pero no estoy a favor de exaltar a los buenos y vilipendiar a los malos".
"En Francia hay un millón de profesores y 12 millones de alumnos".
"En ese número tan alto, los hay que tienen mejores dotes y más habilidad que otros, pero no hay que entrar en eso porque no olvidemos que es en la educación pública en donde se buscan más chivos expiatorios. Hay una pasión desenfrenada por encontrar responsables y un ansia de búsqueda de la solución. La solución depende de nosotros (los profesores) de forma individual porque no se puede pedir a la institución que sea genial".
La escuela la hacen los profesores.
“Basta un profesor -¡uno solo!- para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás”.
“Siempre he alentado a mis amigos a ser profesores”.
“En vez de recoger y publicar las perlas de los zoquetes, que alegran tantas salas de profesores, debería escribirse una antología de los buenos maestros”.
Presente y futuro.
“Yo vivo en Belleville, lo cual es perfe cto para una persona sedentaria como yo porque si quiero ir a Vietnam, basta con bajar a la esquina. La inmigración se ha convertido en el chivo expiatorio actual (algo muy recurrente en nuestra civilización judeocristiana)".
"Pero lo cierto es que somos una sociedad hipocondríaca; todo nos asusta. Empezamos el siglo XX con dos suicidios colectivos (las guerras del 14 y del 45) y ahora que llevamos 63 años, por primera vez en la historia, sin una guerra en Europa, la hipocondría, el miedo, es el precio a pagar por ese bienestar".
“Soy contrario al pesimismo apocalíptico. En términos estadísticos, la situación es mejor que hace cuarenta años".
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