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13 sept 2009

El agujero educativo es menos profundo


Mejora la formación de los jóvenes, pero España sigue a la cola de los países avanzados - Un modelo equitativo evita la fractura social, pero resta ventajas laborales a los titulados superiores.

A. JIMÉNEZ BARCA / J. A. AUNIÓN . El País.

Niño escribiendo en pizarra


"Se trata de un informe que ofrece datos suficientes como para decir que todo está de maravilla o que todo es un desastre, pero no es ni una cosa ni otra. Necesitamos un debate educativo de mayor nivel". Este comentario del experto en educación del Banco Mundial Juan Manuel Moreno puede servir muy bien para situar la imagen que de España ofrece el último informe de la OCDE Panorama de la Educación 2009, presentado ayer en París.

Por un lado, la imagen mejora: por primera vez hay más españoles de 25 a 64 años con un título posobligatorio (bachillerato, FP o universidad) que los que se han quedado en la enseñanza obligatoria: 51% frente a 49%. Hace 10 años, los españoles que sólo habían alcanzado los estudios obligatorios eran el 69%. Y por el otro lado, las cifras aún así siguen dejando a España muy lejos de la media tanto de la OCDE como de la Unión Europea, en los últimos puestos de los países desarrollados. Todo ello, en medio de una crisis económica que se ceba todavía más en la población menos formada (cuyo porcentaje sólo superan en la OCDE México y Portugal), que puede servir para atraer a más jóvenes hacia una formación que, en España, por otra parte, comporta menos ventajas laborales que en la mayoría de los países desarrollados.

Para empezar, el informe muestra la persistencia del talón de Aquiles del sistema educativo español, esto es, el gran número de jóvenes que abandonan los estudios después de la enseñanza obligatoria sin titulación especializada de ningún tipo: los estudiantes que dicen adiós a las clases después de la ESO. Como consecuencia, los niveles intermedios de formación se quedan peligrosamente desiertos, con bastantes titulados superiores entre población de 25 a 64 años (29%, dos puntos por encima de la media de la OCDE y cinco sobre la UE), demasiados sin formación más allá de la obligatoria (49%, 18 puntos por encima de ambas medias) y un escuálido 22% de titulados en bachillerato o FP de grado medio, la mitad de la media de la UE.

Algunos expertos, aunque reconocen la existencia de ese agujero, resaltan que cada año la diferencia entre España y Europa se va poco a poco reduciendo, y que la tendencia sostenida indica que el problema de retraso educativo histórico (se partía hace 30 de una situación lamentable) terminará por diluirse.

Entre los jóvenes, la tasa de graduados en enseñanzas posobligatorias (bachillerato y FP de grado medio) fue en 2007 del 74%, dos puntos más que en el anterior informe, y ocho más que cuatro años antes, con lo que la diferencia con las medias europea y la OCDE se ha reducido esos dos puntos. También, si se mide de otra manera, la cifra de jóvenes de 25 a 34 con al menos un título posobligatorio ha subido un punto, hasta 65% (aún a 14 puntos de la media OCDE y a 16 de la europea).

La pregunta ahora es: ¿cómo cuadra esa mejora constante con el aumento de las tasas de abandono escolar de los últimos años hasta el 31%? Aparte de las diferencias y carencias de los distintos indicadores, aunque traten de medir lo mismo desde aproximaciones diferentes, para el profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense Rafael Feito eso que puede parecer una incongruencia a primera vista refleja que "hay mucha gente que se reengancha exitosamente al sistema educativo" después haberlo abandonado y engrosado la lista de fracaso.

Si el informe ha destacado el aumento de titulados superiores en España (FP superior y universidad), de más de un 7% entre 1998 y 2006, 2,5 puntos por encima de la OCDE, quizá la noticia más importante es el crecimiento de cuatro puntos en sólo un año en los jóvenes que estudian FP de grado medio, el verdadero problema de la falta de formación intermedia. Los jóvenes españoles sí quieren cursar bachillerato (por lo menos tanto como los europeos). El 45% de los alumnos terminaron el bachillerato en 2007 (en la UE fueron el 43%), pero sólo el 39% se graduaron ese año en FP de grado medio, lejos del 51% de la UE. La secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, aunque destacó que el informe de la OCDE refleja "una mejora del nivel educativo más rápida que nuestros vecinos", también reconoció que ese escalón, la FP de grado medio, sigue siendo la gran debilidad del sistema español.

El reto probablemente consiste en que el mayor número posible de personas dentro de ese 49% de la población que no posee ningún título más allá de la ESO alcance al menos la FP de grado medio en unos tiempos de crisis económica y de contracción traumática del mercado de trabajo. Los expertos de la OCDE recuerdan en el informe que en una época de turbulencias como la que atraviesa el mundo es "cuando se comprueba que las personas más cualificadas son las que más trabajo encuentran, de forma que la educación adquiere aún más valor". Y añaden: "En los países de la OCDE, el 40% de las personas con un nivel de formación inferior al segundo ciclo no encuentran trabajo". Y más: "Incluso los que han estudiado algo más, tienen problemas y se sitúan en una posición vulnerable si pierden su empleo".

Estas reflexiones son especialmente pertinentes en España, que arrastra la tasa de paro más alta de toda la OCDE, y cuyo Gobierno busca cambiar el modelo productivo para escapar del modelo del "ladrillo". "Hacen falta graduados de Formación Profesional de tipo medio", explica Cristina Narbona, actual embajadora de España ante la OCDE en París y ex ministra de Medio Ambiente, al comentar el estudio: "En España se apuesta por la energía renovable. Bien. Pero para eso, no sólo hacen falta grandes empresas como Acciona, sino gente que, por ejemplo, sepa poner bien en una casa un panel solar. Apostar por ese tipo de educación es una manera de apostar también por el cambio de modelo de producción en España".

Para el analista de la OCDE Frances Pedró, "los responsables de la FP deberían aprovechar ahora su valor estratégico en la creación del nuevo modelo productivo para incentivar que los jóvenes se preparen en aquellas profesiones y tecnologías en las que el país quiere apostar". Pedró da dos explicaciones de la mejora sostenida de las cifras de formación: "Se debe al creciente convencimiento social del valor de la educación y a ciclos largos en política educativa que acompañan este convencimiento social con una provisión adecuada".

Además, todos parecen asumir que la crisis económica traerá consigo un aumento de la demanda de educación, pero en ese contexto, aparece otra de las debilidades de España, que constantemente se ve reflejada en los informes anuales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Se trata de la menor "recompensa", en materia de sueldos y de porvenir profesional, de la que gozan los titulados superiores con respecto al resto de la población si se compara con el resto de los países examinados. En España la diferencia de sueldo entre los titulados superiores y los que se quedaron en la ESO es de un 47%, mientras la media de la OCDE es del 73%. Algo parecido ocurre con las cifras de paro.

A este respecto, España se encuentra muy cerca de Suecia y de Finlandia. Los expertos advierten que esta situación es un arma de doble filo: por un lado, es síntoma de una especie de "equidad" en el sistema y permite que las desigualdades no cuarteen un país; por otro, es una manera de decepcionar, desincentivar a los estudiantes a la hora de aspirar a una enseñanza superior. En el otro extremo, es decir, los países de la OCDE que reflejan una mayor diferencia entre los ingresos de los titulados superiores y los menos cualificados son Portugal, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. A las mujeres, según vuelve a poner de manifiesto el informe, les compensa más estudiar: ellas siempre cobran menos y sufren más el paro que sus compañeros con el mismo nivel de estudios, pero cuanto se forman ellas, más se reducen esas diferencias .

Sería injusto echarle sólo la culpa de esa situación al sistema educativo español, cuando precisamente ese modelo productivo que ahora se intenta cambiar no ofrece suficientes trabajos de alta cualificación. Y, en cualquier caso, todos los datos del informe de la OCDE son anteriores a la crisis económica, cuyos estragos han aumentado las diferencias a favor de los jóvenes más formados. Por ejemplo, en la tasa de paro entre 25 y 29 años, esas diferencias han pasado de ocho a más de 15 puntos entre 2008 y 2009.

Una crisis económica que requiere un esfuerzo inversor en Educación, insiste el informe de la OCDE, no sólo para tener una población mejor preparada para recuperar y mantener el crecimiento económico, sino por los beneficios concretos que le reporta al Estado la inversión en que un individuo se forme. Cada joven titulado universitario reportará al Estado español unos 18.000 euros de beneficio, "en forma de más impuestos, y menos gastos sociales", asegura Andreas Schleicher, responsable de los indicadores educativos de la OCDE. La cifra no está mal, pero vuelve a estar lejos de la media de la OCDE: unos 34.500 euros.

En cualquier caso, España destinaba en 2006 el 4,3% del Producto Interior Bruto (PIB) a educación. Sólo por encima de Japón y Chile y por debajo del resto de países. Al otro lado de la estadística se encuentran Suecia (6,8%), Noruega (6,6%), Finlandia (6,1%) y Francia (5,6%). Narbona quiso especificar, a este respecto, que desde 2006, fecha de este dato, a la actualidad, el Gobierno ha incrementado su aportación a educación, llegando al 4,9%. El esfuerzo que sí refleja en el estudio es el gasto por alumno, pero Schleicher advierte de que no sólo se trata de cuánto, sino de cómo se gasta en educación. "En España, la mayor parte del esfuerzo se ha dedicado a reducir el número de alumnos por clase y eso no siempre es lo más efectivo". El reto de España, continúa Schleicher, es aumentar la oferta educativa y mejorar los sistemas de calidad. Una calidad que a veces se encuentra dejando de lado las ideas preconcebidas. Un ejemplo está en el cómputo global de las horas de clase: Finlandia, cuyos estudiantes obtuvieron en último informe Pisa los mejores resultados en ciencias, es de los países con menos horas lectivas (junto con Suecia y Portugal). Para algunos especialistas la calidad no está en las horas, sino en los métodos de enseñanza. En Finlandia, por ejemplo, se forman muchas veces pequeños grupos de alumnos en cada clase, que trabajan juntos. De esta manera, los estudiantes más espabilados arrastran a los más torpes. Pero para trabajar con pequeños grupos hace falta un profesorado especializado.


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