Un lector desde México, nos ha enviado una historia imprescindible, de esas que ocupan poco espacio en las noticias, tan poco que pese a que la publicó la BBC, hace más de una semana, nadie se había molestado ni en traducirla, ni en publicarla, pero para eso estamos nosotros, para dar salida a una historia dura, pero cargada de esperanza, que nos recuerda, a los que vivimos en países más o menos desarrollados, que millones de niños y niñas no pueden acceder a la educación.
Como decía Enrique Talavera, nuestro amigo mexicano en su correo, un artículo de la BBC sobre un joven del sur de Asia, un testimonio viviente de la vocación de educar para transformar nuestro entorno, espero les resulte tan inspirador, como a un servidor, el mundo necesita más gente como él.
Os dejo con está historia que he traducido para vosotros/as, seguro que no os deja indiferentes.
En el mundo entero, millones de niños, no consiguen una educación apropiada, porque sus familias, son demasiado pobres, para permitirse enviarles a la escuela. En India, un alumno trata de cambiar esta situación. En el reportaje hambrientos por aprender, de la BBC, Damian Grammaticas encuentra a Babar Ali, cuyo proyecto de educación ha transformado las vidas de cientos de niños pobres.
A los 16 años de edad, Babar Ali debe ser el director más joven del mundo. Es un adolescente, que se encarga de enseñar a cientos de estudiantes, en el patio trasero de la casa de su familia, donde imparte clases para los niños pobres de su pueblo.
La historia de este joven de Murshidabad, en Bengala Occidental es una historia sobre la voluntad de aprender en medio de la pobreza extrema.
El día de Babar Ali día comienza temprano se despierta, realiza las tareas del hogar, a continuación, salta sobre un auto-rickshaw que lo lleva parte de los 10 kilómetros que lo separan de la escuela de Govinda Raj, los últimos dos kilómetros tiene que hacerlos a pie.
La escuela es de las mejores en esta parte de Bengala Occidental. Hay cientos de estudiantes, niños y niñas. Las aulas están limpias, aunque están practicamente vacías, hay escritorios, sillas, una pizarra, y los maestros están muy motivados y preparados .
Babar Ali está sentado en la primera fila, es un joven alto, delgado, desgarbado adolescente, estudioso e inteligente con un uniforme azul y blanco. Él toma sus apuntes cuidadosamente, es un estudiante modelo.
Babar Ali es el primer miembro de su familia que consigue una educación adecuada.
"No es fácil para mí venir a la escuela porque vivo muy lejos", dice, "pero los profesores son buenos y me encanta aprender. Y mis padres creen que debo obtener la mejor educación posible, por eso estoy aquí."
La escuela Govinda es administrado por el gobierno, por lo que es gratuita, Babar Ali tiene que pagar su uniforme, sus libros y el viaje en rickshaw para llegar allí. Aún así, eso significa que su familia tiene que conseguir alrededor de 1.800 rupias al año (unos 30€), para mandarlo a la escuela. En esta parte de Bengala Occidental, eso es mucho dinero. Muchas familias pobres no pueden permitirse enviar a sus hijos a la escuela, incluso siendo gratis.
Chumki Hajra es una de las que nunca ha ido a la escuela. Ella tiene 14 años y vive en una choza pequeña con su abuela. Su hogar es una modesta choza con un techo de paja al lado de los arrozales y cocoteros al borde de la aldea. Dentro de la choza sólo hay espacio para una cama y una pocas pertenencias.
Cada mañana, en lugar de ir a la escuela, ella friega los platos y limpia la casa de sus vecinos. Ella ha hecho esto desde que tenía cinco años.Por su trabajo gana tan sólo 200 rupias al mes (4€). No es mucho, pero su familia necesita ese dinero desesperadamente. Y eso significa que ella tiene que trabajar como sirvienta en el pueblo.
"Mi padre es discapacitado y no puede trabajar", me dice Chumki mientras friega una olla. "Necesitamos el dinero. Si yo no trabajo, no podemos sobrevivir como una familia. Así que no tengo más remedio que hacer este trabajo".
Pero Chumki ahora está estudiando, gracias a Babar Ali. A sus 16 años de edad, ha conseguido ayudar a Chumki y cientos de otros niños pobres de su pueblo.
A las cuatro de la tarde, Babar Ali regresa a su casa donde montones de niños inundan el patio de su casa, donde se convierte en el director de su propia escuela, la no oficial.
Alineados en su patio trasero los niños cantan el himno nacional. De pie sobre un podio, Babar Ali habla acerca de la disciplina, a continuación, comienzan las clases.
Babar Ali imparte clases tal como ha escuchado a sus maestros. Algunos niños están sentados en el suelo, otros en los bancos desvencijados de fabricación casera. Los pollos de la familia están alrededor de la cerca. En cada rincón del patio los niños estudian duro.
Babar Ali tenia sólo nueve años cuando comenzó a enseñar a algunos amigos como un juego. Todos estaban ansiosos por saber lo que había aprendido en la escuela cada mañana y le gustaba jugar a ser su maestro.
Ahora, su escuela por la tarde tiene 800 estudiantes, todos de familias pobres, todos enseñan de forma gratuita. La mayoría de las niñas vienen aquí después de trabajar, como Chumki, después de haber terminado su trabajo en los campos.
"Al principio era sólo como una obra de teatro, un juego, enseñaba a mis amigos",dice Babar Ali , "pero luego me di cuenta que estos niños nunca iban a aprender a leer y escribir si no tenían ayuda. Es mi deber educarlos, para ayudar a nuestro país a construir un futuro mejor ".
Contando a Babar Ali, hay 10 profesores en la escuela, todos, son estudiantes en la escuela o la universidad, que ofrecen su tiempo voluntariamente. Babar Ali no cobra nada, incluso los libros y la comida se dan gratis, financiada por donaciones, eso significa que incluso los más pobres pueden venir aquí.
"Nuestra región es económicamente desfavorecida,", dice. "Sin esta escuela muchos niños no recibirían educación, ni siquiera sabrían leer y escribir".
Chumki trabaja cada día, en el pueblo desde las seis de la mañana hasta las dos y media de la tarde, luego se dirige a la escuela de Babar Ali. A las siete de la noche se dirige de nuevo al pueblo para seguir trabajando.
El sueño de Chumki es ser enfermera, y las clases de Babar Ali son la única forma de hacerlo posible.
La escuela ha sido reconocida por las autoridades locales, ha ayudado a aumentar las tasas de alfabetización en la zona, y Babar Ali ha ganado premios por su trabajo.
Los niños más pequeños son sólo cuatro o cinco, y todos ellos están apretados en una terraza pequeña. Hay sólo un par de bombillas eléctricas para iluminar, ya que las lecciones se extienden hasta la noche.
Cuando comienza la lluvia del monzón, todos esperan una orden de Babar Ali y las lecciones se cancelan hasta por la tarde. Al no tener aulas cubiertas las lecciones están a merced de los elementos.
Mientras cae la lluvia, los niños se refugian en el porche de una tienda cercana, después van corriendo a casa través de la lluvia, mañana, sin embargo, volverán.
Si os ha interesado la noticia aquí podéis ver el reportaje de la BBC sobre la escuela de este adolescente, todo un modelo a seguir ¿Qué os ha sugerido la historia de Babar? ¿Cómo fué tu colegio? ¿Qué podemos hacer para mejorar la educación de tantos niños/as? Espero vuestros comentarios.
En el mundo entero, millones de niños, no consiguen una educación apropiada, porque sus familias, son demasiado pobres, para permitirse enviarles a la escuela. En India, un alumno trata de cambiar esta situación. En el reportaje hambrientos por aprender, de la BBC, Damian Grammaticas encuentra a Babar Ali, cuyo proyecto de educación ha transformado las vidas de cientos de niños pobres.
A los 16 años de edad, Babar Ali debe ser el director más joven del mundo. Es un adolescente, que se encarga de enseñar a cientos de estudiantes, en el patio trasero de la casa de su familia, donde imparte clases para los niños pobres de su pueblo.
La historia de este joven de Murshidabad, en Bengala Occidental es una historia sobre la voluntad de aprender en medio de la pobreza extrema.
El día de Babar Ali día comienza temprano se despierta, realiza las tareas del hogar, a continuación, salta sobre un auto-rickshaw que lo lleva parte de los 10 kilómetros que lo separan de la escuela de Govinda Raj, los últimos dos kilómetros tiene que hacerlos a pie.
La escuela es de las mejores en esta parte de Bengala Occidental. Hay cientos de estudiantes, niños y niñas. Las aulas están limpias, aunque están practicamente vacías, hay escritorios, sillas, una pizarra, y los maestros están muy motivados y preparados .
Babar Ali está sentado en la primera fila, es un joven alto, delgado, desgarbado adolescente, estudioso e inteligente con un uniforme azul y blanco. Él toma sus apuntes cuidadosamente, es un estudiante modelo.
Babar Ali es el primer miembro de su familia que consigue una educación adecuada.
"No es fácil para mí venir a la escuela porque vivo muy lejos", dice, "pero los profesores son buenos y me encanta aprender. Y mis padres creen que debo obtener la mejor educación posible, por eso estoy aquí."
La escuela Govinda es administrado por el gobierno, por lo que es gratuita, Babar Ali tiene que pagar su uniforme, sus libros y el viaje en rickshaw para llegar allí. Aún así, eso significa que su familia tiene que conseguir alrededor de 1.800 rupias al año (unos 30€), para mandarlo a la escuela. En esta parte de Bengala Occidental, eso es mucho dinero. Muchas familias pobres no pueden permitirse enviar a sus hijos a la escuela, incluso siendo gratis.
Chumki Hajra es una de las que nunca ha ido a la escuela. Ella tiene 14 años y vive en una choza pequeña con su abuela. Su hogar es una modesta choza con un techo de paja al lado de los arrozales y cocoteros al borde de la aldea. Dentro de la choza sólo hay espacio para una cama y una pocas pertenencias.
Cada mañana, en lugar de ir a la escuela, ella friega los platos y limpia la casa de sus vecinos. Ella ha hecho esto desde que tenía cinco años.Por su trabajo gana tan sólo 200 rupias al mes (4€). No es mucho, pero su familia necesita ese dinero desesperadamente. Y eso significa que ella tiene que trabajar como sirvienta en el pueblo.
"Mi padre es discapacitado y no puede trabajar", me dice Chumki mientras friega una olla. "Necesitamos el dinero. Si yo no trabajo, no podemos sobrevivir como una familia. Así que no tengo más remedio que hacer este trabajo".
Pero Chumki ahora está estudiando, gracias a Babar Ali. A sus 16 años de edad, ha conseguido ayudar a Chumki y cientos de otros niños pobres de su pueblo.
A las cuatro de la tarde, Babar Ali regresa a su casa donde montones de niños inundan el patio de su casa, donde se convierte en el director de su propia escuela, la no oficial.
Alineados en su patio trasero los niños cantan el himno nacional. De pie sobre un podio, Babar Ali habla acerca de la disciplina, a continuación, comienzan las clases.
Babar Ali imparte clases tal como ha escuchado a sus maestros. Algunos niños están sentados en el suelo, otros en los bancos desvencijados de fabricación casera. Los pollos de la familia están alrededor de la cerca. En cada rincón del patio los niños estudian duro.
Babar Ali tenia sólo nueve años cuando comenzó a enseñar a algunos amigos como un juego. Todos estaban ansiosos por saber lo que había aprendido en la escuela cada mañana y le gustaba jugar a ser su maestro.
Ahora, su escuela por la tarde tiene 800 estudiantes, todos de familias pobres, todos enseñan de forma gratuita. La mayoría de las niñas vienen aquí después de trabajar, como Chumki, después de haber terminado su trabajo en los campos.
"Al principio era sólo como una obra de teatro, un juego, enseñaba a mis amigos",dice Babar Ali , "pero luego me di cuenta que estos niños nunca iban a aprender a leer y escribir si no tenían ayuda. Es mi deber educarlos, para ayudar a nuestro país a construir un futuro mejor ".
Contando a Babar Ali, hay 10 profesores en la escuela, todos, son estudiantes en la escuela o la universidad, que ofrecen su tiempo voluntariamente. Babar Ali no cobra nada, incluso los libros y la comida se dan gratis, financiada por donaciones, eso significa que incluso los más pobres pueden venir aquí.
"Nuestra región es económicamente desfavorecida,", dice. "Sin esta escuela muchos niños no recibirían educación, ni siquiera sabrían leer y escribir".
Chumki trabaja cada día, en el pueblo desde las seis de la mañana hasta las dos y media de la tarde, luego se dirige a la escuela de Babar Ali. A las siete de la noche se dirige de nuevo al pueblo para seguir trabajando.
El sueño de Chumki es ser enfermera, y las clases de Babar Ali son la única forma de hacerlo posible.
La escuela ha sido reconocida por las autoridades locales, ha ayudado a aumentar las tasas de alfabetización en la zona, y Babar Ali ha ganado premios por su trabajo.
Los niños más pequeños son sólo cuatro o cinco, y todos ellos están apretados en una terraza pequeña. Hay sólo un par de bombillas eléctricas para iluminar, ya que las lecciones se extienden hasta la noche.
Cuando comienza la lluvia del monzón, todos esperan una orden de Babar Ali y las lecciones se cancelan hasta por la tarde. Al no tener aulas cubiertas las lecciones están a merced de los elementos.
Mientras cae la lluvia, los niños se refugian en el porche de una tienda cercana, después van corriendo a casa través de la lluvia, mañana, sin embargo, volverán.
Si os ha interesado la noticia aquí podéis ver el reportaje de la BBC sobre la escuela de este adolescente, todo un modelo a seguir ¿Qué os ha sugerido la historia de Babar? ¿Cómo fué tu colegio? ¿Qué podemos hacer para mejorar la educación de tantos niños/as? Espero vuestros comentarios.
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